Bienvenidos al blog de Catequesis Bíblica.

Es una herramienta en la cual nos ofrece una ayuda para como poder ir preparando una catequesis bíblica para ayudarnos a profundizar un poco más en lo que creemos, pero también en la formación de los sacramentos de iniciación y como tiene su referencia en la Sagrada Escritura.

jueves, 22 de marzo de 2012

Libro el Cantar de los Cantares parte II


“Lee con frecuencia la Sagrada Escritura: que el sueño te sorprenda con el libro en la mano y que al inclinarse tu cabeza lo reciba la página santa”
CARTAS de San JERONIMO.


Esta opción no deja de tener sus limitaciones; a veces, detrás de ella puede existir el presupuesto de que con una exégesis precisa y cuidadosa se puede llegar a descubrir la enseñanza positiva que la Biblia debe tener sobre el status de la mujer. Sin embargo, la constatación de que los resultados no son universalmente aceptados, y de que hay textos irremediablemente patriarcales que legitiman la subordinación de la mujer (por ejemplo I Cor 14,33b-35; 1 Tim 2,11-15), plantea el problema de cuáles son autoritativos y cuáles no. En qué medida tienen autoridad unos textos que van en contra de la mujer y de la búsqueda de su integridad como persona: es el problema del canon dentro del canon.

La Biblia ha sido experimentada por las mujeres como un instrumento de sumisión, usado contra ellas por el sistema socio-cultural patriarcal, pero también han encontrado ellas, en esa misma Biblia, luz y autoridad para continuar su esfuerzo contra este mismo patriarcado y sus múltiples manifestaciones. Por eso, la hermenéutica crítica feminista trata de desarrollar un modelo de interpretación bíblico, crítico y dialéctico que haga justicia a estas dos experiencias. Para ello, más que establecer, desde dentro de la Biblia, un «canon dentro del canon» autoritativo, se parte de las comunidades y de su experiencia, a fin de establecer qué puede entenderse como Escritura, a qué se le puede reconocer autoridad. Nunca podrán tener valor de revelación aquellos textos o tradiciones que sean opresivos para las mujeres (o cualquier otra persona). Si se proclaman como palabra de Dios textos opresivos, se está proclamando a Dios como un Dios de opresión y deshumanización. Sólo se pueden proclamar como palabra de Dios aquellos textos y tradiciones que intenten acabar con las relaciones de dominio y explotación. Lo contrario sería una blasfemia y utilizar el nombre de Dios en vano.

Esta línea de acercamiento no considera la Biblia como una serie de normas o ideas abstractas y atemporales, propuestas como normativas para todo tiempo y cultura, sino que concibe los textos y las tradiciones bíblicas, tomándose en serio los resultados de las ciencias histórico-críticas, como respuestas de fe a situaciones y comunidades concretas, en un intento de hacer significativas para ellas las tradiciones y los sucesos reveladores recibidos. Todo ello no nos dispensa, sino que nos obliga a analizar el contexto actual para tratar de dar, a su vez, respuesta adecuada a los problemas actuales, y que, al posibilitar la asunción significativa de esas tradiciones, aquéllas sigan vivas. Lo anterior supone un cambio de paradigma de interpretación bíblica, que pasa de entender la Biblia como un arquetipo mítico a un prototipo histórico abierto críticamente a su propia transformación, así como a la de sus modelos de comunidad y fe cristiana. A este paradigma no le basta con diferenciar, como hace el anterior, entre esencia reveladora y revestimiento cultural, revelación universal y expresión histórica. Esta forma de comprender la Biblia pide un examen crítico de los factores políticos, sociales y teológicos que influyeron en su formulación y canonización como Escritura. Exige, además, integrar la historia y la teología bíblica.

Dos características que aparecen en los relatos y que apuntan al rol de «sabio» o «sabia» son que hablan por medio de proverbios y tienen una autoridad reconocida. Son ejemplos análogos a los encontrados en varones (2 Sm 12,1-15; I Re 20,38-43; 2 Re 18,17-36; 2 Sm 2,18-23; 2 Sm 2,24-28).

El «arquetipo mítico» toma las experiencias y los textos históricos limitados y los propone como universales, con lo que llegan a ser autoritativos y normativos para todos los tiempos y culturas. Al adscribir implicaciones universales a unos textos y situaciones concretas, el arquetipo mítico establece una forma ideal para todos los tiempos, un modelo de comportamiento y una estructura teológica inmutable para la comunidad en la cual sirve como Sagrada Escritura. El «prototipo histórico», por su parte, no es un principio o modelo atemporal vinculante, sino que está abierto críticamente a la posibilidad de su propia transformación.

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